miércoles, 26 de septiembre de 2012

Lo del #25S

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La convocatoria se presentó inicialmente con la intención de ocupar el Congreso, en poco original remedo del movimiento "Occupy Wall Street". Hasta tal punto fue así, que en la web de los americanos hay, hoy mismo, una enfática referencia a la manifestación de ayer en Madrid. Pero alguien debió advertir la protección legal que ampara a la cámara cuando desarrolla sus funciones -es delito trastornarlas violentamente- y tornaron la idea hacia la de rodear el Congreso. En un caso y en otro, buscando la coacción.

La convocatoria se hizo presente en redes sociales desde hace meses. Ha tenido un largo tiempo de maceración y publicitación. Los medios la han resaltado durante varios meses. Y el resultado ha sido la concentración de apenas 6.000 personas, que como esta mañana decía alguien, son menos de los que toman Neptuno para celebrar los (cada vez más frecuentes) triunfos del Atlético de Madrid.

Y la convocatoria, a la postre, tenía tras de sí una intencionalidad política poco disimulable. Cuando en el Congreso había una mayoría de izquierdas, hace apenas un año, lo que se decía era que el PP no arrimaba el hombro. Ahora que el PP tiene la legítima mayoría, el problema es la esencia misma de la representatividad. No puede ser que el PP gobierne, y por eso hay que deslegitimar al conjunto del sistema institucional. Hay que arramplar con la institución. 

Zapatero cambió abruptamente su devenir político en mayo de 2010, arruinó el país y lo llenó de parados, pero nadie de los que ayer chillaban le pidieron que desocupara el Congreso. Lo de ayer es la expresión de la izquierda totalitaria, incapaz de aceptar que las decisiones se puedan tomar, democráticamente, en contra de sus pulsiones. Esto es lo que se vio, algo bien distinto a una muestra de descontento o protesta ante los deletéreos efectos de la crisis.

Esta legislatura lleva escasamente 10 meses. Una quinta parte del tiempo que corresponde al mandato. Los problemas que vivimos son lacerantes, y los diputados no vivimos aislados ni embriagados de privilegios. Al contrario, quienes actuamos con rectitud somos conscientes de lo mucho que hemos de mejorar nuestro trabajo cada día. Pero no debe haber parvedad ni falsa modestia para defender la legitimidad del sistema que materializa la soberanía nacional. En esto, seamos intransigentes y señalemos al totalitario.