martes, 9 de noviembre de 2010

"El apunte", en las emisoras de la Cadena Ser en Navarra


Hubo un tiempo en el que aprobar un presupuesto podía considerarse una buena noticia. Planificar las cuentas públicas para un año suponía elaborar proyectos nuevos y marcar un camino de mejora social. Pero esto era antes. Antes de que algunos se dieran de bruces con la realidad de lo que ha supuesto esta legislatura que languidece gris en Navarra. Apenas hace dos años Roberto Jiménez declaraba que había que acudir al endeudamiento “sin complejos”, y el consejero Miranda decía, como un eco lúgubre, que la hacienda foral emitiría toda la deuda que le fuera posible. Petulancia e irresponsabilidad de la mano. La escapada ha llegado a su fin, porque hasta la frivolidad política tiene un límite. Este año llega Paco con las rebajas.

Los presupuestos del año que viene son los presupuestos de los recortes y la angustia. Recortes por cómo hay que reducir partidas después de haberlas hinchado irresponsablemente en los últimos años. Y la angustia porque aunque se supone que se aprueban las cuentas para todo un año, lo que veremos en 2011 es que habrá que recomponerlo todo después de las elecciones de mayo. Lo que nos presenta el Gobierno de Navarra y aprobará el Partido Socialista son unos presupuestos insolventes, que apenas van a tirar adelante durante unos meses. Y el que venga detrás, que arree. Son presupuestos que hasta a sus autores producen vergüenza.

Lo malo, como siempre, es lo que está más allá de las cifras sobre las que versará el debate político. Los casi 40.000 parados de Navarra. O los 120.000 pensionistas, que el año que viene van a ver reducidas sus pensiones gracias a que así lo votaron UPN y el PSOE el pasado 27 de mayo. O las asociaciones culturales, a las que ante la falta de dinero en el presupuesto foral, han mandado a mendigar alguna enmienda en Madrid, y todo presagia el timo del tocomocho. Hemos llegado a un final de ciclo con resultados funestos. Algunos venimos diciendo que hace falta un modo bien distinto de orientar la política. Del mantra de la gobernabilidad hay que pasar a la constatación de la eficacia.

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